Bora Bora (part II)

Todo lo que sube, baja y aún encima engancha.

Hola compañeros, como bien entenderéis esto no es un viejo proverbio chino, más bien, se trataba de una buena recomendación de un viejo amigo roquero cuando veía, en nuestra adolescencia, que empezábamos a jugar con alguna carallada peligrosa.

Los años han pasado y esa buena recomendación ha vuelto a mi cabeza. Quizá será por miedo a tener un bajón tipo » triplete», cuando estos espacios verdaderamente de ensueño, me abandonen, al terminar este maravilloso carrusel.

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Lo cierto es, que ya voy preparando la cabeza y entiendo que, el reencuentro con mi familia y amigos, así como las satisfaciones que les podremos ofrecer a nuestros clientes en el pazo por los matices adquiridos en este «trip», serán suficientes para que sea la tranquilidad y no el desasosiego lo que me encuentre cuando regrese a casa.

En tan solo cuatro días en este paraíso, he tenido el tiempo suficiente para experimentar sensaciones nuevas y alucinantes como nunca antes había tenido.  Nadar entre tiburones o alimentar a las mantas rayas me ha parecido la mundial, pero también he estado en un tris de haberme partido la crisma, por un lado por descuidarme a la hora de elegir el sitio adecuado donde tomar el sol, y por otro lado, la acción y gracia de la ley del amigo Newton, que dejó caer un coco de dimensiones descomunales, que si me llega a dar, me deja en el sitio.

Lógicamente, sabía de antemano que en estas islas la gastronomía no nos iba a decir nada y que su aportación a este blog sería escasa o nula. Pues correcto, cero zapatero, es más, lo percibí en Nueva Zelanda con los maorís, lo confirmé con los Tahitianos, y ahora en Bora Bora os puedo aseverar, que la globalización de la peligrosa comida basura desencadenará, si no lo está haciendo ya, en un gran problema de salud a estas buenas gentes, con sus consiguientes derivaciones a  diabetes, crisis cardíacas etc. Nunca había visto tanta gente obesa junta, que pena que hayan cambiado sus maravillosa dietas con ricas frutas por los diabólicos «Mcmenús».

Lo más interesante que a mis fauces me pude llevar fue el afamado blodymary, que preparan en un local con bastante famoseo, al que la bebida le da nombre, el resto para olvidar.

Ya para terminar, creo sin duda, que este es el sitio perfecto para gente como mi mujer que adora la playa, y si me preguntáis si este es el sitio más bonito que he visto jamás, os responderé afirmativamente, pero si me preguntáis si me gusta más que New Zealand, primero os diré que os vayáis al carajo, para seguidamente deciros… NO. Bora Bora es un paraíso, pero en la tierra Maorí yo estuve en 10 paraísos

Besos y abrazos