Hola amigos, ayer tuve la gran suerte de disfrutar de otro episodio culinario, de los que está llamado a ser, dentro de mi alma cocinera, como uno de los inolvidables.
Tras la pequeña decepción en la ciudad del desenfreno, repito, quizá por falta de compañía gamberra, ayer tuve el desquite con una de las cenas más memorables, en cuanto a técnicas contemporáneas y creativas, que he podido disfrutar a lo largo de mi vida gastronómica.
Este restaurante, el Alinea, contaba a priori con ser uno de los más distinguidos dentro de mi periplo mundial, y mis espectativas, han sido superadas con creces.
Cuando nos preguntamos, cual es el restaurante del mundo que más nos gusta en cocina de Vanguardia, y nos referimos a las grandes ligas del momento, léase, Adria-Oriol, Noma, Alinea, Quique-Juanfra, Roca, Mugaritz, Blumenthal, etc. son los pequeños matices y los gustos personales, los que nos ayudan a decidir el vencedor. Yo no lo tengo muy claro, porque como os he comentado ya en alguna ocasión, es tal el disfrute de todos mis sentidos en estas circunstancias, que mi parcialidad se difumina, y a todos ellos les otorgaría el ostentado galardón.
Pero si a matices nos estamos refiriendo, mucho, muchísimo me gustó que fuese el propio Grant Achatz, el que al enterarse de que un cocinero español con el que había tomado unas copas en Madrid estaba en la sala, tuviese el elegante detalle de venir a la mesa a preparar delante de mi, un plato como colofón final a semejante festín.
Se trataba del último postre, y creo que ha sido la mejor puesta en escena sobre el mundo del dulce que mis ojos hayan visto jamas. En un derroche de calidad artística sin parangón, Achatz dibujó ante la absorta mirada de la lente de mi canon, un hermoso cuadro, que me recordó a la abstracción del ruso Kandiski. ¡¡¡Impresionante!!! Los materiales utilizados para semejante composición fueron un lienzo de silicona, sirope de arce, mermeladas de arándanos y frambuesa, chocolates blanco y negro, miel y como no, el llamativo nitrógeno líquido. ¡¡¡Acojonante!!!
Pero en cada uno de los platos, que parecen de ciencia ficción, del que Ferrán dijo que sería su sucesor, se puede ver la raíz del porqué de las cosas, y lo que ha tenido que desarrollar en su talentosa cabeza para alcanzar el resultado final, ¡que cabrón!, incluso le podemos permitir la licencia de que se haya basado en el magistral ravioli explosivo de tinta de chipirón, del gran Berasategui, para preparar su muy parecido explosivo de Melanosporum y parmesano, que más da si está cojonudo.
En la cocina de cualquier restaurante que se precie, aparte de todos los fuegos de artificio y todas las lindezas visuales, yo lo que quiero encontrar, es el sabor y el gusto de las cosas. Un gusto que esté joven pero avezado chef estuvo apunto de perder cuando le diagnosticaron un agresivo cáncer de lengua que incluso le pudo costar también la vida, pero fue su tenacidad y la disciplina adquirida en toda su carrera las que consiguieron vencer a tan temida enfermedad.
No me importa reconocer, que la complejidad y la cantidad de elementos que intervienen en cada plato, hace que en algunos momentos, aún siendo de la profesión, me cueste distinguir lo que a mis fauces me he llevado. Habrá quien piense que esto es un debe en la contabilidad del cocinero, pero yo lo tomo como un juego divertido en el que pongo a trabajar a todas mis células nerviosas buscando de que sabores se tratan.
Mención especial haría yo a las sorprendentes vajillas y cachivaches que utilizan a la hora de servir, y que me atrevería a decir que son los más novedosos con los que he comido, superando incluso los afamados «faces» de Adriá. Lamento que las fotos que realicé, no estén a la altura de lo allí visto, debido sin duda a la escasez de luz y lógicamente al no ser posible la utilización del flash, y así evitar ser el toca huevos en tan afamado comedor.
Aún así os las muestro con toda mi ilusión para que de alguna manera podaís disfrutar de lo que se prepara en el Alinea hoy en día.
Gracias Grant, por tu gentileza.
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Impresionante. Espero que te fijases mucho para repetir algún que otro plato. Las fotos muy buenas pero yo, la mitad no tengo ni idea que es. Esto es lo que tiene la cocina sofisticada. Ya nos contaras en las conferencias que te esperan en L a Coruña. Un beso.
Las fotos están bien, de hecho para ser sin flash están muy bien. Siempre se pueden ajustar algo los niveles y los tonos con Photoshop, si quieres me las pasas en calidad, les echo un vistazo y les pego un reprocesado.
Un abrazo Pepiño.
Éste es el famoso cocinero «Gran Hacha» del otro día XD. Las fotos son estupendas.
Me contó la anécdota del gran hacha por el skype Antonio, y no podía parar de reír, me envían hoy la entrevista y la colgaré del blog. Un saludo Marcos,
Una pinta impresionante. Desde luego, hay gente que hace maravillas gastronómicas. Gracias Antonio por acercárnoslas. Buen viaje, disfruta y hasta pronto.
Me encanta la vajilla, que bonita, qué presentación¡¡¡
Seguro que algún día iré……… o eso espero¡¡¡ voy anotando.
Besitos Antoñito.
Desde luego que por las imágenes tuviste que disfrutar como un enano, que buena pinta tiene todo. Ya no recuerdo las del Noma, pero coincido que por presencia tuvo que ser alucinante. Creo que a todos nos gustaría que nos describieses un poco más en detalle esos platos. Seguro, que si se puede, aún nos das más envidia. Sigue gozando. Un abrazo muy fuerte.
Tiene todo una pinta cojonuda. A seguir gozando maquinón.