Érase una vez un galleguiño de culo inquieto y de buen «xantar». Su nombre Antonio, aunque muchos de sus amigos lo llamaban Pepiño (algún día os explicará por qué a los que no lo sepáis). Su gusto por el buen comer lo convirtió en profesión y mezclado con su inquietud y pasión por viajar y conocer mundo lo llevó a realizar periplos anuales por los lugares más recóditos del planeta.
Así nuestro protagonista llegó a la selva amazónica, y ni corto ni perezoso pronto parecía uno más, o quizás no tanto:
Una vez se había adaptado a la vida en la selva comenzó a buscarse la vida, aquí no había fogones ni mercados donde comprar la comida. Así que no quedaba más remedio que cazar o pescar. Manos a la obra y oh! sorpresa, su primera captura fue tan heroica como peligrosa, fijaros que pieza más prehistórica:
Como no podía ser de otra forma y a pesar de que la desgraciada piraña tiene más espinas que un cabracho, acabó en la cazuela:
Pingback: palmo a palmo, curva a curva… alcanzar la frontera! «
Pingback: decididos!… de Perú a Ecuador «
Y despues de la piraña me imagino cual fue el postre???????.Esa foto da mucho juego.
¡Pero qué te dije de las pirañas! mucho cuidado.
¿A qué sabe o a qué se parece? ¿Se pueden domesticar?
Buena foto con el jefe de la tribu, ¿porqué se puso tetas?; ahora en serio, me alegra ver que por fin tenemos instantáneas de lugareñas, muy chulos los pantalones que le dejaste. Espero con ansiedad fotos de este tipo cuando andes por Copacabana…
Sigue disfrutando, te veo bien, incluso con mejor tipo.
Cuidado con las pirañas, si te metes en el agua, ponte una coquilla. Mas vale prevenir que ………