Bodas de Oro de mis padres

Hola amigos!

Como ya sabéis, entre mis viajecitos suelo abandonar este blog, pero creo que mis padres se merecen este pequeño homenaje. Os dejo el pequeño agradecimiento que leí en la iglesia el día de sus bodas de oro. Realmente se lo merecen:

Queridos mamá y papá!

   Realmente me ha costando encontrar las palabras que encabecen este mensaje de agradecimiento, como creo que se merecen los progenitores que a mi hermana y a mi nos han tocado.

   Utilizando palabras del argot ciclista, Las bodas de oro, aunque no constituyan la meta definitiva de cualquier matrimonio, si que son desde luego una de las metas volantes mas importantes de esta etapa que es la vida.

   Etapa dura en la que el matrimonio tiene que ascender puertos, con repechos muy exigentes como bien pudiera ser la educación de los hijos, y como bien sabéis conmigo os tocó el Mortirolo.

    Pero lo supisteis ascender de maravilla, y aunque en los momentos más duros, cuando las rampas parecían insuperables, ambos os fuisteis relevando para poder transformar al maillot amarillo que era un mal estudiante que se dopaba y que le gustaba mucho más estar de juerga que asistir a los entrenamientos, en un cocinero enamorado de la vida y su profesión, que ha sabido formar una nueva familia junto con Pilar y Carmen y que pese a sus eforruñamientos se considera una buena persona.

  Por todo esto quiero desde aquí hacer pública mi admiración no sólo por el hecho de que hayáis mantenido una buena convivencia durante tanto tiempo, sino por haberlo logrado peleando y educando a un gamberrete como yo.

  Es una suerte tener un espejo en el que poder fijarse para que en futuro lejano, Carmen desee escribir a sus padres algo parecido a lo que ahora yo estoy leyendo, eso será una buena señal.

Y ahora con vuestro permiso y con el permiso  del padre Rosendo me tengo que marchar para el pazo, porque quiero que tengáis una cena como os merecéis.

Felicidades papas.