El pasado domingo día siete emprendí viaje en solitario más contento que un ocho con
destino San Sebastian, para asistir un año más al congreso mas importante de gastronomía de todos cuantos conozco.
Siempre intento disfrutar por el camino, de un homenaje en condiciones, para ir calentando motores. Procuro ir conociendo nuevas mesas y la verdad aunque resulte pedante, de las buenas buenas, pocas me quedan por conocer a lo largo de la cornisa cantábrica.
Bueno, pues este año le toco al restaurante Mina de Bilbao después de que mi amigo Sergio Pérez me diese el visto bueno, cuando le pregunté si merecía la pena.
Y ciertamente no me equivoqué, pues al salir del restaurante llevaba la grata impresión de haber comido en pequeño local, pero regentado por un joven cocinero, Álvaro Garrido, con gran proyección, que sabe lo que quiere y puede dar desde su pequeña cocina.
Lo que mas me ha gustado
-Lo que puede conseguir Álvaro con una cocina tan pequeña (sólo trabajan tres personas).
-Ninguno de los platos que me sirvieron en el menú degustación, tenia un sabor plano, en cada uno de ellos los ácidos, salados, picantes, se encuentran bien combinados, aprecié ciertas similitudes, salvando las distancias, con la cocina de los mundos del DiverXO del gran David Muñoz.
-La simpatía, humildad y buen hacer de todos el equipo y en especial de Álvaro, me cayó muy bien, tiene cara de gamberrete como yo.
-Algún plato como el txangurro, emulsión de yema, soja y pasión, tiene adjetivo de sobresaliente.
Lo que no me gustó tanto
-Su ubicación y la carencia de aparcamiento es quizá lo que se le puede reprochar a este local, y sin duda influirá para que los inspectores de la guía roja, bajen ostensiblemente la nota.
Puntuación personal: 8´5