Hace unos días, recibí la llamada de mis buenos amigos Maribel y Pío, pidiéndome consejo sobre el nuevo proyecto en el que se han embarcado recientemente y en el que yo tengo cierta experiencia. Están preparando su preciosa casa de Liendo, para poder celebrar bodas.
Tardaron escasos segundos mis neuronas en improvisar un plan estratégico, para intentar ayudar a mis amigos y de paso pegarme un festival..
– Le dije Pío, esto no se arregla por teléfono, tengo día y medio que me puedo escapar, y así mejor veo las instalaciones in situ, y te doy mi opinión sobre todas las dudas que tengas, eso si, ya que voy por esos lares, bien nos podemos dar un buen homenaje, no?
A esta pareja que les gusta más comer bien, que a un tonto un lapiz, no dilataron su respuesta.
-Of course…
Enseguida mi cabecita empezó a trabajar escaneando posibles destinos en donde meterse un buen subidón gastronómico, cerquita de Liendo.
A los asturianos, los tengo aquí cerquita y me puedo dar una escapada cuando quiera, los donostiarras nos quedan muy alejados, En Azurmendi disfruté hace unos meses, entonces… Mina, Nerua o al hombre que le susurra a las brasas?
Tate, el ganador ha sido el Etxebarri, bien!!!!!!!!!!!!!
Tengo la suerte de haber comido allí en otras dos ocasiones, y a pesar de siempre salir un pelín perjudicado por los clásicos excesos etílicos de una gran enchenta, los recuerdos que prevalecen en mi interior son gastro- orgásmicos.
La última vez, compartí mesa con mi socio David, y con el buen dueto formado por el chef Willy Dufresne y su fiel escudero Tona Palomino, recuerdo la cara de incredulidad que mostraban mis acompañantes al darle el primer bocado a cada uno de los platos…
Huevo a la brasa con trufa blanca, sin comentarios…
Angulas a la brasa Jo Jo Jo…
Sin ninguna duda, el rape más rico que he comido en mi vida, insuperable!!
Camarones a la brasa, en fin…
Bueno y así fue, ayer me levanté tempranito y tras pasar por la catedral de producto (la plaza de Lugo) para recoger un buen encargo de marisco que le habían hecho a Marcos Rabina, ya os comenté que les gusta poco comer bien, partí eufórico pensando en lo mucho que iba a disfrutar de semejante banquete. En cuatro horas y media estaba recogiendo a mis amigos en su precioso pueblecito y una hora más tarde aparcábamos en el amplio parking del caserío donde de ubica el restaurante.
He de decir, que a pesar de haber ido en varias ocasiones, sin la estimable ayuda del tomtom, aun seguiríamos ahora dando vueltas por Durango para localizar este templo de las cenizas, tiene telita llegar a la población de Axpe en el bellísimo valle de Atxondo.
Entramos en el local, y antes de subir al comedor, decidimos probar la cerveza ecológica de elaboración propia y cuyo sabor marcado por en rico amargor del lúpulo casero nos sorprendió gratamente.
Y no había más que esperar, subimos al clasicote salón que a mi particularmente no me gusta mucho, pero que realmente me la pela, ya que el interiorismo no era el motivo de mi viaje, y nos preparamos para comenzar el festival.
Coño, os confieso que antes de papar en un sitio de estos, tengo una mezcla de sensaciones, por un lado siento un nervioso hormigueo estomacal digo de un estudiante ante la selectividad y por otra parte desprendo una liberación endorfínica como cuando iba a un concierto de los Rolling en mis buenos tiempos.
Gentilmente fuimos acompañados por una de las amazonas vizcaínas que regentan la sala, y el deleite inició su desfile:
Mantequilla de cabra espolvoreada con ceniza de sal.
Chorizo artesano con carne de Joselito sin pimentón.
Mozzarela Vasca…
Anchoas templadas en semi salazón.
Croqueta rectangular de pollo a las ascuas.
Ostra templada con fondo de espinacas.
Gambas de Palamós a la brasa.
Espardeñas a la brasa con habitas frescas.
Pulpitos a la brasa.
Guisantes de lágrima con jugo de sus vainas.
Besugo a la brasa.
La chuleta a la brasa-
Helado de leche de vaca reducida al fuego de las ascuas.
Buñuelo relleno de crema a las ascuas.
Magdalenas.
Si eres de los que te gustan los restaurantes sin fuegos de artificio ni carallos verdes, donde el excepcional producto sutilmente perfumado con el humo es el gran protagonista, este es sin duda tu restaurante.
Y quién es el artífice de todo este guirigay ahumado?
Pues se trata de Bittor Arguinzóniz , un machote cincuentón, parco en palabras, que tiene como mejor amigo al fuego, y su mejor técnica culinaria el susurrar a las brasas.
Mi nota personal: 9´5
Me encanta lo bien que has definido lo que sientes antes de una buena comida, me siento totalmente identificada. Muy buen artículo, hace años que no voy al Etxebarri, en mi próximo viaje a Bilbao, parada obligada.
Muchas gracias Karmentxu, el Etxebarri merece muy mucho la pena…