Aprovechando este pasado puente de diciembre, decidimos hacer un viajecito familiar a los frescos pero soleados Madriles otoñales, que por lo de ahora, aunque les pese a muchos habitantes del noreste peninsular, sigue siendo la capital de este país llamado España.
Como tengo que ganar puntos con mi mujer para que no haya muchos morros en los días previos a mis mundanales escapadas en solitario, accedí gustoso a que en esta ocasión nos acompañasen mis suegros, que recientemente habían estado de cumpleaños, y era una buena forma de celebrarlo.
Como en los últimos desplazamientos mi hija había tenido problemas de mareos, optamos por viajar en ferrocarril que en escasas seis horas te transporta a la ciudad del Manzanares.
Y aquí voy a hacer un inciso, porque sino digo esto exploto. Me toca mucho los colgantes que en Galicia sigamos esperando el tren de alta velocidad, y lo que nos queda, y que los andaluces lo lleven disfrutando ya veintidós añitos… Hay que joderse o como se diga, y mientras tanto seguimos despilfarrando millones y millones de euros en las nuevas y absurdas terminales de los tres aeropuertos que tenemos en nuestra comunidad autónoma, estúpidos localismos do carallo, ¿pero no sería más sensato utilizar sólo Lavacolla que está situado más o menos en el centro del territorio galaico y hacerle un acceso en tren directo y rápido desde las capitales de las cuatro provincias gallegas? Así nos luce el pelo y nos quedamos impasibles viendo como mientras nuestros tres aeródromos pierden cada año más pasajeros, nuestros vecinos portuenses con el Francisco Sá Carneiro, no paran de crecer. No se si son localismos o pailanismos, o las dos, pero es lo que hay…
Elegimos el hotel Husa Princesa en Argüelles que particularmente es la zona que más me gusta de Madrid y que me trae muy buenos recuerdos de cuando mis amigos Richard y Julio vivían por el barrio, en épocas universitarias. Menudos bailongos me tengo echado en las sesiones de Óscar Mulero en la mítica sala New World que estaba allí cerquita…
Como anuncio en el título de este post, el viaje fue gastro-cultural, ya que si bien mi suegro catedrático de Bellas Artes y mi mujer y mi suegra licenciadas en historia del arte decidieron visitar los emblemáticos museos madrileños, yo que también soy catedrático pero de papar en los buenos restaurantes y demás caralladas, me incliné por visitar “otro” museo de altísima gastronomía contemporánea DiverXo.
De la misma forma que yo estaba eufórico por volver a disfrutar de la cocina de uno de los grandes cocineros del panorama actual Davizzz Muñoz, a mi familia no les entraba una pajita, cuando se encontraron en El Prado con su homónimo de la pintura española, Antonio López. Como se puede apreciar en la calidad de la instantánea, mi mujer tiene muchas virtudes, entre ellas la paciencia para poder aguantarme, pero lo de hacer fotos…
La reserva para este restaurante, que lidera sin ninguna duda la cocina de vanguardia madrileña, la había realizado mi amigo del alma Sergio Pérez del que tantas veces os he hablado, y cuando me comunicó que ya estaba cursada y aceptada, me puse muy contento, ya que a parte de conocer el nuevo local ubicado en los bajos del hotel Eurobuilding y del que todo el mundo hablaba maravillas, también deseaba quitarme una pequeña espinita que tenía clavada de mi primera visita al antiguo local, donde había descubierto una nueva cocina global que me había dejado alucinado, pero en el que el personal de sala quizá no había tenido un buen día y no había estado a su altura. Que bien hice en volver…
Si queréis echarle una ojeada a mi primera visita al restaurante de David Muñoz, pinchar aquí:
http://elcocinerodelpazo.com/2012/07/06/1885/
La cena fue el viernes, y como hasta las nueve y media de la noche no había quedado con mis compañeros de papada, tenía todo el día para garbear por bulliciosas calles madrileñas.
Mi hija Carmen se quedó sin entradas para ver el Rey León, otra vez será…
Compré un par de décimos de DÑA Manolita, pero pagando dos euritos más en la calle, aguantar la infinita «cola» que había para entrar en la administración, era de majaretas o de ludópatas compulsivos…
Pero yo debo de ser un poco masoca del condumio, pues pese a saber la esmorga de platos con los que iba a librar batalla esa noche, no tuve mejor idea que ir a tomar un aperitivo de despedida de local que streetXO en El Corte Inglés de Callao, antes de su traslado a la nueva ubicación, por cierto, por la noche Muñoz nos comentó que su lugar lo iban a ocupar la gente de Chifa.
Y por si esto me supiese a poco, para ya zamparme medio Madrid, quedé para comer con mi familia en el restaurante que cuenta con el asesoramiento del bueno de Paco Morales, Al trapo, casi naa, claro después tengo que hacer las machadas que hago en bici o andando para no parecerme totalmente el auténtico muñeco de la roja guía Michelín…
Coño, hablando de museos, en este selfie hecho en el restaurante sito en la Gran Vía, el careto de Carmen, me recuerda a «El Grito» de Munch…
Esta era la primera vez que comía en el restaurante que orienta y alecciona este joven chef cordobés que fue durante mucho tiempo jefe de cocina del Mugaritz, y la verdad es que en líneas generales me ha gustado, le encuentro un toque moderno y elegante pero a la vez informal y divertido, pienso que es el sitio idóneo para ir introduciendo a tus hijos en la cocina gastronómica con mano derecha, la carta esta dividida de una manera simpática y novedosa y la relación calidad precio la encontré bastante ajustada.
Platitos que nos cascamos:
Un aperitivo de lomo de cerdo.
Bollo preñao de chorizo con huevo de codorniz y huevas de trucha.
Bizcocho molasses, helado de plátano caramelizado, crumble de café y granizado de ron.
Y una buena tabla de quesos que me olvidé de fotografiar.
Mi nota personal: 7,5
A medida que el tímido sol otoñal se iba alejando, el momento culmen del viaje gastronómico cada vez se acercaba más. Siempre me pasa, en las horas previas a meterme un homenaje de esta categoría, es tal la emoción que fluye desde mi interior, que el mariposeo estomacal es notorio y mi culo inquieto se empieza acelerar. En la última edición del mejor cuaderno de gastronomía mundial “Apicius” , hay en su portada una foto muy acertada que define perfectamente esa sensación.
Para ir haciendo hueco, como la noche lo permitía y las prisas no me atosigaban, decidí darme un buen paseíto de algo más de una hora hasta llegar al hotel Eurobuilding, con un par de merecidas “paradiñas” donde efectué un rápido repostaje con unas ricas cañas, por cierto muy bien tiradas.
El encuentro con mis amigos madrileños, es siempre muy entrañable, en esta ocasión a Maribel y a Sergio, los acompañaba Juan Aparicio, un chavalote cojonudo con el que ya había coincidido en el congreso de Gastronómika hace unos años.
Después de echarnos las primeras risas fruto de la “amistazz,” entramos en el restaurante, que desde un principio es imposible que te deje indiferente, habrá opiniones para todos los gustos. Pero a mi me encantó, desde luego , el primer flash me dejó en un gratificante estado de shock, tuve la sensación de estar entrando en una fantasía o un cuento donde se desarrolla un espectáculo gastronómico futurista que me iba a dejar liló …
Para que me entendáis, os voy a escribir algunas palabras o flipaciones personales que me pueden pasar por la cabeza recordando mis primeras impresiones: Alicia en el País de las maravillas, Dalí, La Naranja Mecánica, David Bowie…
También he de decir, que el trato recibido por parte de todo el personal de sala desde que llegamos fue magnífico, nada que ver con la extraña sensación de mi visita anterior, no le voy a dar más vueltas, pero aquel día tuvo que pasar algo raro…
Y comenzó el show, no voy a ser muy explícito con los platos y es espectáculo gastro-pictórico, porque animo a todo el mundo a que ahorre unos eurillos y venga en persona a descubrir semejante despliegue de imaginación culinaria.
Os dejo algunas fotos para poneros los dientes largos, pero sobre ellos no os contaré nada más, porque os haría una putada a los que tengáis pensado venir…
Agripicantes, dulces, ácido y umami circulan por tus papilas gustativas a una velocidad pasmosa en la mayoría de los platos.
Nos daban ganas de terminar todos los platos así…
Javier, estuvo siempre muy atento a nosotros.
Este es el champagne que nos acompañó durante el festival, muy rico, cayeron un par de botellitas…
Los camarores voladores…
Como me ponen las gambas rojas.
Selfie lenguas rojas…
Selfie «campana»…
Este jarrente simplemente estaba de llorar…
A estas alturas, Sergio ya se había venido arriba y sacaba a bailar a Maribel. Nosotros también montamos un buen Show, el subidón es tal que te incita a ello…
Este postre de violetas y espermatozoides «brutal»
En resumen os diré, que no se en cual de las dos veces que visitado DiverXO he comido mejor, por que las dos han sido brutales. La primera vez, el descubrir un nuevo camino en la cocina de vanguardia de la mano de este fenómeno me había dejado pasmado, pero en esta segunda, la puesta en escena de este nuevo formato de servicio, también me ha dejado con la boca abierta. En definitiva “La pera limonera”
Mi nota personal: 9.5
P.D.
Daviz, espero que no te mosquees conmigo, por los comentarios del mal entendido con la sala en mi primera visita, esta vez me ha encantado y nos lo hemos pasado pipa, he de decirte que como cocinero siento mucha envidia del descomunal talento que tienes para fusionar los gustos del ser humano, creo que en el tema de la cocina de los mundos, eres el líder indiscutible, y lo bueno esta por llegar…
Coño! A ver si me queda algo…
COMO SIEMPRE MUY INSTRUCTIVO Y LO DE LOS AEROPUERTOS TODA LA RAZON
Muchas gracias, lo de los aeropuertos,clama al cielo…
JAJAJAJAJA!! Eres la leche, me encanta tu forma de contar las cosas!! Está claro que para buenas referencias culinarias sólo podemos confiar en ti, Pepiño!!! A ver si convenzo al catalán para que me lleve a disfrutar de tal maravilla. Un abrazo, campeón!
Muchas gracias Renata, dile al Puma que rompa la hucha y que te lleve a ver el show, merece muy mucho la pena…
Un beso.