Panamá, punto y final…

 

Cuando andaba planificando este deseado viaje anual, estudiaba los posibles aeródromos desde donde volver a la tierra patria, aparecían diferentes alternativas para resolver la ecuación , pero finalmente me decidí por Panamá.

Me desplacé desde la capital costarricense hacia Panamá city con una sensación agridulce. Abandonaba un lugar maravilloso, que tiene que almacenarse con seguridad, en la carpeta de experiencias imborrables de mi disco duro viajero, pero que se enturbiaba en cierta forma, por un intolerable exceso de confianza por mi parte en la compra tardía del billete, que alteraba de manera sustancial, mi presupuesto destinado a los vuelos, en fin…

Y por qué, Panamá?

Pues son diversos los motivos que me hicieron decantar la balanza por este estrecho país:

-Por la cercanía con Costa Rica.

-Por contar con una de las obras de ingeniería más importantes del hombre moderno.

-Porque todos mis amigos que han estado por estas tierras me lo recomendaron sin dudarlo.

– Por el vuelo directo que tiene iberia con Madrid.

-Y finalmente, porque así podría cumplir mi sueño infantil de bañarme en el océano Pacífico y Atlántico (Caribe) el mismo día, como finalmente pude realizar.

 

Durante el vuelo, entre caprichosas nubes, pude admirar el impresionante territorio acuático de Bocas del Toro, lugar también muy apetecible, pero que en esta ocasión no tocaba visitar…

Con sinceridad os cuento que creía, que la ciudad de Panamá sería una población más o menos pequeña, pero carallo para ella… Así fue que la noche anterior, cuando realizaba en Booking la reserva de mi hotel, sólo apunte su nombre, Príncipe, pero ni dirección ni gaitas. Cuando me estaba acercando desde el aeropuerto, me di cuenta rápidamente, que aquello no era como yo pensaba, ante mi se aparecía una urbe moderna, y desde luego, bastante más grande de lo que yo me había imaginado. Intenté encontrar mi lugar de hospedaje preguntando, pero tardé más de una hora en encontrarlo, con mi cochecito rentado…

 

 

Más tarde descubrí, que también existe un Panamá antiguo, con el encanto bohemio, de las ciudades coloniales, por lo tanto, para que os hagáis una idea, esta ciudad salvando las distancias, es una mezcla de ciudad moderna libre de impuestos,con bonitos rascacielos tipo Hong Kong y de ciudad melancólica colonial como bien pudiese ser la Habana.

 

Como os comentaba antes, una de las razones de regresar a casa desde aquí, era porque así podía cumplir una ilusión que tenía desde la infancia cuado jugaba a piratas, bañarme la misma mañana en las costas del pacífico y del Atlántico, cousa de nenos…

Por la mañana me desplacé hasta la ensenada de Portobelo en el Caribe panameño, descubierta por Colón en su IV viaje y que creo que es un lugar de importancia histórica para los coruñeses, pues aquí yacen, los restos del corsario inglés Francis Drake, que como muchos de vosotros sabéis, intentó tomar La Coruña, pero se encontró con un aguerrido pueblo liderado por nuestra heroína María Pita, que le frustraron el ataque.

Intenté sin éxito encontrar su tumba, pero me pegué un gratificante bañito ante la curiosa mirada de los locales.

Y una hora y media más tarde me sumergía en la costa pacífica, en una zona llamada Veracruz, a las afueras de la capital.

Ala, otro sueño completado…

Si se visita esta zona, creo que es de obligación, acercarse a conocer el funcionamiento de alguna de las exclusas de la acojonante obra de ingeniería, imprescindible para el comercio mundial, y por la que es fundamentalmente conocido Panamá, su gran canal.

Yo me acerqué a la de Mira Flores, y realmente impresiona, en mi inmensa ignorancia pensaba que el canal era una excavación más o menos profundas a lo ancho del país, como el de Suez, pero que va, resulta que lo que hacen estos enormes diques inundables, es elevar unos 26m los buques hasta alcanzar el lago Gatún y descenderlos posteriormente por la zona Atlántica o viceversa. Un flipe…

Y que puedo comentaros de su gastronomía, pues que sin ser tan cortita como la Costarricense, tampoco es la pera limonera, yo me tomé buenos ceviches, pero poquito más, la langosta de aguas cálidas no me pone en absoluto, y las frituras de los pescados empanados  tampoco me volvió loco, después de lo de Costa Rica me lo imaginaba…

 

 

El mercado del marisco siempre estaba hasta la bandera de gente degustado ceviches locales y sus pescados empanados. 

Bueno amigos, este viajecito se termina, me siento cansado por el largo viaje de vuelta, pero con el buen sabor de boca que me ha dejado la cocina popular Mexicana y por el paraíso que he descubierto en la península de Nicoya en Costa rica.

Siempre que pueda lo seguiré haciendo, pues como he comentado en repetidas ocasiones, estas vivencias son la gasolina vital que alimenta, en gran manera, el motor de mi vida.

Un saludo.